Por Clara Olivares
El gran olvidado en el universo de las relaciones sexuales y, muy a menudo, confundido con la pornografía.
No estoy especialmente interesada en encontrar las causas de esta confusión. Probablemente serán muchas y muy variadas.
Lo que me interesa es hablar de las diferencias enormes que existen entre ambos mundos. Precisamente la pornografía es lo opuesto al erotismo.
Cito la pornografía por ser el ejemplo más extremo, pero el concepto es el mismo para quienes conciben un intercambio sexual como una relación genital.
La pornografía se centra casi de forma exclusiva en los órganos genitales. Esta particularidad hace que se fragmente al sujeto, que se le reduzca a su genitalidad.
Se le considera sólamente un pene o una vagina. Se obvia al resto de la persona y, es esta forma de mirar al otro la que dota de perversidad a esta clase de interacción.
Una relación de tipo perverso se establece en campos muy diversos: en el intelectual, en el emocional, en el social, etc. no exclusivamente en el sexual.
La enorme diferencia entre ambos mundos, es que desde el erotismo se contempla a la pareja como un todo, es decir, además de órganos sexuales, éste posee ideas, gestos, actitudes, una manera personal de expresarse a través del lenguaje (mediante la palabra y con su cuerpo), un olor y un sabor que le son característicos, etc. por citar sólo unos pocos aspectos.
En el erotismo entran en juego todos los órganos de los sentidos: oído, vista, nariz, boca y piel.
Cada un@ de nosotr@s ha desarrollado más uno varios de estos sentidos para expresar su deseo sexual.
Estas antenas sensoriales se abren y se extienden para poder percibir y llegar a conocer a otro. Por esta razón el mundo erótico es un mundo infinito en el que no existe un tope. Siempre se abren nuevos caminos que podemos explorar.
Es en el descubrimiento del otro y de sí mismo en donde se pone en práctica toda la creatividad que cada un@ posee.
Es un lenguaje que se inventa cada pareja.
Es como si abriéramos una puerta que nos conduciría a explorar infinitas fuentes de placer, no busca exclusivamente alcanzar un orgasmo.
Es más, si éste no se produce, no importa! El objetivo es el de adentrarse en este universo no el de conseguir el clímax.
El placer lo proporciona la búsqueda, la exploración y el descubrimiento.
El campo de juego también obedece al mismo principio: cualquier entorno es válido.
La cama deja de ser el lugar de los encuentros sexuales exclusivamente.
No hay una «norma» que indique dónde ni cuándo «hay que» tener sexo.
Felizmente, el erotismo escapa a cualquier tipo de normalización que persigue encasillar y declarar que es «lo que debe ser».
Mientras ambas partes decidan libremente lo que quieren hacer y esta actuación no perjudique a un tercero, ¿por qué no?
Yo me sonrío al ver tantas y tantas revistas que ofrecen manuales para encontrar la plena satisfacción sexual.
El otro día volví a ver la película de Clint Eastwood «Los puentes de Madison» por enésima vez. Me fascina cómo este director plasma magistralmente en imágenes el mundo erótico.
Me parece que sólamente tiene unas pocas escenas de desnudos. Muestra las infinitas vías que esa pareja encuentra para expresar su pasión.
Fascinante!
Y lo que más me fascina es que ésa es SU manera de comportarse, la que ellos encontraron y por eso les pertenece. No es extrapolable.
Os invito a navegar por este universo, jamás os decepcionará.
La próxima semana hablaré sobre el cambio.
(Imagen: www.mexico.cnn.com)
Me encanta que te haya interesado el contenido del blog. Tu comentario me infunde ánimos para seguir1