Por Clara Olivares
Lawrence Durrell (El cuarteto de Alejandría) escribió: «la vida es un simple destello de luz entre dos eternidades de tinieblas«.
Terrible y, a la vez, una imagen muy poética.
Sin lugar a dudas la vida es un milagro que irradia luz y calor. Hoy estamos vivos, mañana no lo sabemos…
¿Y qué hacemos con ese breve destello?
Me parece que casi nadie llega a ser consciente de esa realidad. Creemos que lo natural es estar vivos.
Esta frase de Durrell me suscita muchas reflexiones.
Pienso que para las personas creyentes, esta afirmación carece de sentido. Pero, ¿y para los no creyentes?
Me pregunto cómo administramos ese momento fugaz que es nuestra vida: ¿en qué lo estamos invirtiendo? ¿cuánto tiempo dedicamos a disfrutar de ella? o, por el contrario, nos lamentamos, nos peleamos con la existencia y renegamos de nuestra suerte, o, de nuestra familia, pareja, herman@s, trabajo, etc.
Creo que no llegamos a ser conscientes de que nuestra vida dura muy poco comparada con la magnitud del universo.
¿Por qué desperdiciamos ese don en perder mucho tiempo en pelearnos con nuestro pasado, con nuestros padres, con nuestro entorno, etc.?
Cierto es que en algún momento de nuestra existencia atravesamos épocas, por otra parte necesarias, en las cuales «ordenamos la casa», es decir, revisamos nuestra historia familiar e intentamos poner en su lugar las cosas y a las personas.
Y después de hacerlo, ¿qué?
¿Cómo deseamos pasar el resto de vida que nos queda? ¿En qué la queremos invertir?
Es una realidad que consumimos diariamente un tiempo considerable en conseguir los recursos económicos necesarios para poder sobrevivir. Pero en esa labor no creo que sea aconsejable gastar más del tiempo necesario.
Es más, creo que paralelamente, deberíamos seguir aprovechando el hecho de que aún seguimos vivos.
Volviendo a la imagen que acompaña este artículo, habrá quienes se enfaden porque su cerilla debería ser más larga, o, dar más luz, o, ser una que jamás se consumiera.
Soy consciente de lo difícil que resulta a veces ver la realidad y, más aún aceptarla.
Me he cruzado con personas que, desde que las conozco, se pasan el tiempo quejándose, de su pareja, de su familias, de los políticos, etc. Y, honestamente, resulta cansino.
Pienso: ¿ésta persona no se dará cuenta de que ha desperdiciado su vida en culpar a otros de su suerte? Evidentemente no.
Siento tristeza por ellos porque aún no se han enterado de que la vida es corta y fugaz. Malgastan su limitado tiempo en nimiedades que, básicamente, no pueden ya cambiar, en lugar de invertir ese tiempo en vivir.
Disfrutar de lo que generosamente la vida les ha proporcionado, de las personas que les quieren, de la salud que tienen, de sus habilidades, de su inteligencia... la lista llegaría a ser interminable.
A todas ellas les repito una frase que decía mi madre con frecuencia: «en vida, hermano, en vida».
Cuando muramos, todos los «posibles» desaparecerán. Entonces ya no podremos hacer nada.
Os invito a mirar a vuestro alrededor y disfrutar de lo que tenéis. Dejad de lamentaros por lo que no tenéis. Os sorprendería descubrir que son muchas más las cosas de las que podéis disfrutar.
Como dice la famosa máxima de Rabindranath Tagore: «No llores por la puesta de sol, porque tus lágrimas te impedirán ver la belleza de las estrellas».
En mi próximo artículo hablaré sobre la empatía.
(Imagen: www.blog.somosdesign.es )
Hermoso. Definitivamente, el secreto de la felicidad…
Feliz año nuevo Clara , gracias por tus reflexiones.GENIAL !!!!!!
GRACIAS por recordarme lo bueno que hay a mi alrededor!!!