Por Clara Olivares
Debemos tener cuidado para no confundir una compulsión con el Transtorno Obsesivo-Compulsivo (TOC).
En el primer caso se trata de un impulso irresistible, como comprar por ejemplo. El sujeto obedece a la llamada que le hace el impulso y busca su satisfacción inmediata, prácticamente sin pensarlo (las famosas rebajas comerciales se apoyan en esta debilidad y la explotan).
«Si está baratísimo, como no lo voy a comprar», es uno de los argumentos que se esgrimen ante sí mismos pero la realidad es que la persona lo hace aunque no lo necesite. Se entrega a la seducción que un precio bajo le puede ofrecer a fin de obtener, de forma inconsciente, el placer que le brinda poseerlo.
Pero desafortunadamente, éste suele ser un espejismo. El «placer» que se obtiene por lo general es momentáneo y efímero el cual muchas veces provoca un sentimiento de culpa.
La satisfacción que produce ese placer no perdura, se esfuma casi siempre después de pasar al acto.
Tanto en los casos de una compulsión como en un TOC, subyace la angustia y, en la mayoría de ellos se despiertan sentimientos de culpa y de vergüenza.
En el transtorno obsesivo-compulsivo la aflicción que provoca la obsesión hace que se realicen rituales con un estructura determinada (poseen un orden) para calmar la angustia y el dolor.
El sujeto lucha por recordar muy bien todos los pasos a seguir en la realización del ritual, ya que, si se salta alguno, éste no va a funcionar como antídoto a su obsesión.
Algunas veces la persona entiende que éstos son absurdos e inútiles pero no puede resistirse a la compulsión, le es muy difícil parar ya que estos rituales posee un carácter mágico: llevándolos a cabo su obsesión se va a neutralizar.
Es el caso de las personas que están obsesionadas con el contagio de microbios y se lavan las manos contínuamente hasta llegar a despellejarlas en los casos más severos, o, nunca abren una puerta sin una protección para que su piel no entre en contacto con el pomo «contaminado», etc.
«Las obsesiones son pensamientos, ideas o imágenes inadecuadas y desagradables que se le imponen al sujeto de forma intrusiva y repetitiva, generando un malestar clínico significativo. El contenido de estas ideas es irracional, absurdo y moralmente inadecuado desencadenando angustia, duda y culpa al mismo tiempo».
«Las compulsiones o rituales son comportamientos o actos mentales repetitivos y estructurados de una manera rígida. El sujeto acude a ellos con el fin de aliviar de forma mágica la angustia o ansiedad que se despierta tras las ideas obsesivas».
Wikipedia
Es mucho más fácil enfrentarse y manejar una compulsión que un TOC. En el control de impulsos la persona puede conseguir resistirse a él y aprender a parar.
Seguramente en un inicio resulte más difícil resistirse, pero con la persistencia lo logrará.
Opino que en ambos casos subyace una estructura psíquica rígida que seguramente se gestó en edades tempranas.
Seguramente esta rigidez fué aprendida en el entorno familiar. No se desarrolla un alto grado de rigidez porque sí.
En el caso del control de impulsos existe un umbral a la frustración bajo. Resulta insoportable no satisfacer ese arrebato de forma inmediata. Pareciera que la no satisfacción del deseo de ese momento desencadenara una desazón imposible de soportar.
Por esa razón se pasa al acto, pero al hacerlo la desaparición de la angustia no es permanente.
En la medida en que se aprende a controlar los impulsos y se descubre la causa de la angustia, el umbral a la frustración aumenta, el sujeto comprobará por sí mismo que «no-le-va-a-pasar-nada» si no sucumbe a la tentación.
Es más, llegará un momento en que la omnipresente angustia desaparece y un día descubre que ya no está. ¡Qué cambio y que alivio!
Descubrir que «puede hacerlo» le aportará orgullo de sí mismo y fortalecerá su autoestima.
A continuación os enumero una serie de pasos a seguir cuando «aparece la llamada del impulso» para aprender a resistirse:
- 1. Pensar antes de actuar. Preguntarse si verdaderamente necesita, o, es necesario, poseer lo que despertó su deseo.
- Buscar otras alternativas. ¿Es necesario enfadarme por eso? ¿Qué voy a conseguir con ello? ¿Y si mejor me ausento de escenario?
- Aprender de los errores pasados. ¿Qué consecuencias trajo la última vez que actué así? ¿Sirvió de algo?
- Contar hasta 10. Parece una tontería pero no lo es para nada, ese lapso de tiempo le permitirá a la persona parar.
- Tolerar la frustración. ¡Todo un aprendizaje!.
- Hacer ejercicio. Recordemos que el ejercicio consume energía. Como diría el personaje de Manolito de Mafalda: «una madre cansada pega menos fuerte».
Creo que todos los seres humanos poseemos, grande o pequeña, una compulsión que se manifiesta bajo formas muy variadas.
El secreto radica en identificarla y decidir qué se quiere hacer con ella. Siempre existe una alternativa, lo importante es encontrarla.
En mi próximo artículo hablaré sobre los prejuicios.
(Imagen: www.ryapsicologos.net)