Por Clara Olivares
Como ilustra la imagen, si un perverso se cruza en nuestro camino lo aconsejable es alejarse.
A ser posible, literalmente, es decir, poniendo tierra por medio. Y si no lo es, es aconsejable buscar un alejamiento en la relación, de forma que se circunscriba de forma exclusiva al contexto de la misma (trabajo, vínculo de sangre, amistad, etc.) sin buscar ni esperar jamás una cercanía emocional.
¿Que hacer para escapar de sus garras?
Nunca hay que olvidar que con un perverso es IMPOSIBLE establecer un vínculo de igual a igual, más aún, ningún tipo de relación interpersonal.
Ellos sólo buscan las relaciones de fuerza en las que se crea un intercambio del tipo dominador-dominado. Evidentemente, ya sospechamos quién se ubicará en el lugar dominante.
Cree firmemente que cualquier relación parte de la desconfianza y la manipulación. Piensa que nadie escapa a este principio.
El perverso abortará sistemáticamente cualquier intento que la persona haga porque aflore el conflicto (contrariamente a lo que está en el imaginario de mucha gente, el conflicto es sano y necesario).
Con él se reconoce al otro como interlocutor con el que puedes estar o no de acuerdo, pero siempre se parte del hecho que el otro EXISTE. El conflicto permite establecer una relación simétrica (las dos personas están al mismo nivel y se reconocen mútuamente como seres humanos).
Recordemos que para un@ pervers@ el otro no existe, es un objeto.
Por eso es tan importante lograr que no consiga su objetivo al lograr que el otro funcione de la misma forma que él. En el momento en que respondemos utilizando su mismo esquema, él ha ganado.
Su objetivo primordial es destruir al otro y que mejor forma de hacerlo que pervirtiéndolo, es decir convirtiéndolo en alguien semejante a él.
Es importante recordar que un@ pervers@ no siente culpa, por eso no hay que caer en el juego de hacerlo sentir culpable con recriminaciones, acusaciones, etc.
Desde el principio, tenemos la partida perdida. Ell@s son tremendamente hábiles para convertir en culpable a quien le hace un reproche. Ell@s nunca son culpables de nada, el problema siempre es del otro.
En cuanto a la descalificación sistemática que hace, es recomendable no caer en ese juego.
Me explico: ante una descalificación (sin base real, nunca la tiene) lo habitual y lo normal es que la persona agraviada proteste e intente justificar que ella no es así. El perverso no lo reconocerá nunca y lo seguirá descalificando, entonces la persona se esforzará por aportar más pruebas, pero él seguirá negándolo.
Este intercambio desembocará en un juego infernal en el que el agraviado NUNCA va a ganar. Por esta razón lo más inteligente es renunciar a modificar la imagen negativa que de nosotros nos devuelve el perverso.
Con decirle: «sí, quizás soy aburrida (o una nulidad, o, una calamidad, etc.) «, le cortamos de raíz su juego. Pensemos que al buscar destruir al otro, ataca su imagen devolviéndole un retrato negativo de sí mismo. Nadie soporta tener una auto-imagen negativa, por esa razón es fácil caer en su juego.
Va destruyendo poco a poco la valía del otro hasta conseguir que pierda toda su autoestima.
Es importante no creer lo que nos dice sobre nosotros. Busca el lugar que más le duele al otro y es allí donde asesta el golpe.
De ahí la inmensa importancia que tiene estar alerta para reconocer lo más rápido posible el veneno que intenta inocular y desactivarle el juego.
Los pasos a seguir se podrían resumir en cuatro puntos:
1. Identificar
2. Actuar
3. Resistir psicológicamente
4. intervención de la justicia, si es necesario.
La descripción que he venido haciendo de ell@s, posee varios elementos que permiten identificar con mayor rapidez a estos personajes. Soy consciente que hacerlo no siempre es evidente, ell@s saben muy bien cómo camuflarse. Pero también sé que una vez que se ha sufrido a uno de ellos se desarrolla un olfato muy fino para poder identificarlos.
La acción es el siguiente paso, para ello es primordial parar inmediatamente sus juegos.
La resistencia psicológica es importantísima a la hora de atravesar esa situación. Lo más probable es que las personas cercanas tomen partido e incluso lleguen a pensar que uno exagera.
Buscar apoyo en aquellos amigos incondicionales, éstos son aquellos que no juzgan y que están ahí.
Si fuese necesario, se debe buscar la ayuda profesional.
Lo importante es no quedarse aislado (eso será lo que buscará el perverso) y encontrar arropamiento y apoyo.
Es lamentable constatar la proliferación de estos personajes. Parece que la sociedad en que vivimos favorece su expansión. Confiemos en que no durará mucho tiempo.
Concluyo afirmando que un perverso actúa porque puede, es decir, ejerce su perversión porque el entorno social y familiar lo permite.
En mi próximo artículo hablaré sobre la comunicación perversa.
(Imagen: www.muyalfondodemi.blogspot.com)