Por Clara Olivares
Es evidente que todas las personas poseemos diferentes facetas. No somos unidimensionales.
Y también es cierto que, por lo general, solemos mostrar sólo una de ellas a la gente que nos rodea. No obstante, a todo el mundo no le ofrecemos la misma cara. Y no todos los individuos nos perciben de la misma forma.
Puede que ante una persona equis saquemos la faceta divertida, ante otra, la intelectual y ante otra la humana.
Pero a pesar de ello, siempre hay una que sobresale más que otras.
Sin embargo, existen individuos que son incapaces de ver todo lo que es una persona o bien, se dejan influír por el discurso de otra, y, al final, sólo ven una única faceta de ésta.
Por eso planteo la pregunta ¿con cuál me quedo?
¿Qué es lo que me impide en este momento ver más de una sola faceta de esa persona?
Podría ser por resentimiento o, simplemente, porque se pueda sentir amenazada por el entorno si lo hace.
Es decir, si se atreve a mirar más allá y ve facetas que son más agradables, o que le conmueven, tendría que modificar la idea que tiene sobre esa persona.
Y, a veces, puede resultar más cómoda la postura de quedarse inmóvil o, en ocasiones, le permite evitar discusiones con otros si muestra otras facetas de esa persona.
Podríamos hacer el ejercicio de repasar las percepciones que tenemos sobre nuestros amigos, parejas y familiares.
¿Los estoy tachando de mi lista? ¿Soy capaz de ver todas sus facetas?
Todos tenemos facetas odiosas, agradables, pesadas, etc.
De todas ellas, ¿con cuál me quedo?
Al final, todo se reduce al hecho de que puedo o no puedo ver más allá.
Por eso recalco la idea de la libertad de escoger. Todos tenemos esa opción, pero, ¿la utilizamos?
Si, es cierto que ciertas personas poseen facetas espinosas o, que van en contra de nuestra manera de ver la vida.
Pero, ¿vale la pena quedarnos sólo con eso?
¿Y si intentáramos ampliar el espectro?
Nadie es totalmente odioso o totalmente adorable, existen los matices.
Y vuelvo al mismo punto: ¿con cuál me quedo?
No olvidemos que los seres humanos somos animales de costumbres. ¿Para qué molestarme en indagar más allá?
Créanme que vale la pena hacerlo. Nos llevaremos muchas sorpresas al hacerlo. Os animo a ello!
En mi próximo artículo hablaré sobre la personalidad viciosa.
(Imagen: www.desmotivacion.es)